Bonjour:
En esta oportunidad les ofrezco las historias que he recopilado de las personas, presentes y pasadas, reales y de ficción que juntas sólo pueden ser los que los cínicos podemos decir: Los Últimos Locos Románticos.
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EL PRIMER AMOR
Llevaba cinco años sin contar con la compañía de un hombre, hace mucho que no tenía aquellas sensaciones de afecto y en su recuerdo
se perdieron esas sentimientos y los
placeres de una piel junto a ella, ya no recordaba el almizcle que resulta del
jabón de afeitar, el perfume matinal y la transpiración que se regala en la
pasión, hasta ese momento no lo extrañaba y ya llevaba cinco años, hasta ese momento no pensaba en todo eso, hasta ese momento no consideraba que se estaba convirtiendo en un ser casto,
libre de pensamientos sensuales, hasta ese momento que él apareció cruzando las puertas de la oficina, con
cara de perdido.
No la reconoció pero ella que poseía la memoria fotográfica,
inmediatamente busco en sus archivos internos y lo encontró, era él,
precisamente él, su primer Amor, de
pronto la vergüenza de todos los años encima la invadió, las preguntas que
todas las mujeres se hacen cuando volvemos a ver a alguien de hacía años, las preguntas empezaron a fluir como un cráter en erupción; mis labios estarán aún pintados?,
mi cabello estará desordenado?, mis dientes se verán blancos?, quedará aún
perfume en mi cuerpo?, el vestido se verá bien?, los anteojos me harán más
vieja???? Y a todo esto porqué no me reconoció?, claro está, que en otro
momento habría entrado en conflicto pero hoy sabía que los hombres no
desarrollan la memoria abstracta, no son capaces como las mujeres de poner el
recuerdo como en una computadora e ir agregando los años, ellos se
quedan con la última imagen obtenida y la van remplazando a medida que
nuevamente te ven, es por eso que tardan en recordarte.
Cuando le mencionó quién era se sorprendió mucho, le
regaló un abrazo fuerte como si quisiera que se quedara como un tatuaje en su
cuerpo, tal vez para constatar que de verdad la estaba viendo y que de verdad
estaba ahí y que no era producto de su imaginación, su risa rompía la quietud del recinto como mariposas que volaban e ingresaban en su alma para sentir nuevamente el color.
Conversaron por un largo rato y le agradó mucho
presentarlo a sus colegas como su primer novio, dentro de ella revivía los años
aquellos de inocencia, años blancos donde la convivencia, el sexo y las
responsabilidades no dañaban la relación, sólo la inmadurez de la juventud.
Luego de esa ocasión, sentían como si hubiera quedado algo pendiente que deberían continuar, la visitó a la oficina algunas veces y al despedirse se
besaban con la pasión que esos cuerpos
podían ser capaces de producir, su boca se aferraba a la de ella como si
quisiera ocupar todo el territorio interno, la abrazaba como si fuera la última
vez y acariciaba su cabello como si con eso se estuviera llevando parte de su
ser.
No recuerdo muy bien cuanto duró todo este romance,
pero ella se dio cuenta de algo, es
verdad en la vida de un ser humano hay un ciclo, la vida nos sonríe y luego no
y todo va dando vueltas, ella había
pasado por momentos difíciles que hasta el deseo de irse de este mundo cruzó por su mente, abandonos, iras, resignaciones, tristezas, desamparos y soledades, pero estaba
en el período de renacer, estaba iniciando su libertad, su
independencia, su aceptación y sobre todo su madurez y como no, fue lindo comenzar
todo esto con quién fue su primer amor, como si él nuevamente iniciara otro
ciclo, el amor en algún momento de su vida llegó pero a él lo guardó en el corazón para siempre como un bello recuerdo.
Reminiscencia: La puerta se
abrió y él estaba ahí esperando que se abriera del todo y que sea ella la que
lo hiciera, le encantaba ver aquellos ojos grandes que solo lo miraban a él, al
verla le regaló la mejor de sus sonrisas, un beso era la mejor de las
recompensas, con una mano apretaba con fuerza su espalda delgada y con la otra
sujetaba con la larga trenza castaña.
_ hoy todos han
salido_
Su mirada cambió,
lo sujeto de la mano y lo fue jalando hacia el sofá de la sala, le ayudó a
sentarse, observó cómo se alejaba, ella puso la música que tanto les gustaba, él iba revisando el vestido que ella llevaba puesto mientras se alejaba, era blanco con grandes flores rojas, el
escote tenía forma de corazón, esa forma dejaba desnudos sus hombros haciendo lucir sus brazos más largos, el vestido era ceñido hasta la cintura y luego se volvía amplio hasta abajo, en el ruedo lo rodeaba un ancho bobo que cuando
caminaba saltaba, flotaba como espuma golpeando sus formadas pantorrillas, estaba descalza y le daba gracia el movimiento de sus pies que iban al compás de la música y la campanita que atada a la cadena que rodeaba uno de sus tobillos, tintineaba alegre, ella se acercó y se arrodilló frente a él y le volvió a regalar otro beso,
reposó su rostro en sus rodillas, luego sus caras estaban una frente a la otra, ella
podía ver aquellos ojos marrones como gotas de miel, esos labios que solo
quería besar, él tomo su rostro y besó su frente, luego sus mejillas, luego la
punta de la nariz y finalmente su boca envolvió la suya con fuerza y la
necesidad de responder no se dejó esperar, las caricias se regalaban sin
pensar, el cierre del vestido fue bajando poco a poco, un beso en uno de sus hombros la hizo estremecer, el vestido cayó hasta la cintura, con
un impulso la tendió en el sofá y acaricio suavemente sus largas piernas
bronceadas por el sol en las playas de “Barranco”, la necesidad de poseerla lo
encendía y lo hacía más cuando ella se arqueaba al sentir su pecho cerca, la
música se mezclaba con los suspiros de ella, los besos se fueron convirtiendo
en pequeñas mordidas que los excitaba, cuando rosó sus senos los sintió
turgentes, llenos de pasión, fue cuando su cerebro empezó a dar vueltas, la necesitaba,
quería tenerla ahí, quería tenerla así para siempre. Suspiró.
_no es nuestro
momento aún_
Sus miradas se
cruzaron nuevamente y con un abrazo sonreían y guardaban en su corazón aquel instante
de adolescentes, de ternura y sobre todo de pasión.
Continuará...
Fragmento del Libro de Cuentos: "De París: Los Últimos Locos Románticos" escrita por Chiqui Torres.