>

domingo, 26 de abril de 2015

Cuento: "El Primer Amor" - Chiqui Torres

 Cocó & LolotéBonjour:
En esta oportunidad les ofrezco las historias que he recopilado de las personas, presentes y pasadas, reales y de ficción que juntas sólo pueden ser los que los cínicos podemos decir: Los Últimos Locos Románticos.
- . -
EL PRIMER AMOR

Llevaba cinco años sin contar con la compañía de un hombre, hace mucho que no tenía aquellas sensaciones de afecto y en su recuerdo se perdieron  esas sentimientos y los placeres de una piel junto a ella, ya no recordaba el almizcle que resulta del jabón de afeitar, el perfume matinal y la transpiración que se regala en la pasión, hasta ese momento no lo extrañaba y ya llevaba cinco años, hasta ese momento no pensaba en todo eso,  hasta ese momento no consideraba que se estaba convirtiendo en un ser casto, libre de pensamientos sensuales, hasta ese momento que él apareció cruzando las puertas de la oficina, con cara de perdido.
No la reconoció pero ella que poseía la memoria fotográfica, inmediatamente busco en sus archivos internos y lo encontró, era él, precisamente él, su primer Amor,  de pronto la vergüenza de todos los años encima la invadió, las preguntas que todas las mujeres se hacen cuando volvemos a ver a alguien de hacía años, las preguntas empezaron a fluir como un cráter en erupción; mis labios estarán aún pintados?, mi cabello estará desordenado?, mis dientes se verán blancos?, quedará aún perfume en mi cuerpo?, el vestido se verá bien?, los anteojos me harán más vieja???? Y a todo esto porqué no me reconoció?, claro está, que en otro momento habría entrado en conflicto pero hoy sabía que los hombres no desarrollan la memoria abstracta, no son capaces como las mujeres de poner el recuerdo como en una computadora e ir agregando los años, ellos se quedan con la última imagen obtenida y la van remplazando a medida que nuevamente te ven, es por eso que tardan en recordarte.
Cuando le mencionó quién era se sorprendió mucho, le regaló un abrazo fuerte como si quisiera que se quedara como un tatuaje en su cuerpo, tal vez para constatar que de verdad la estaba viendo y que de verdad estaba ahí y que no era producto de su imaginación, su risa rompía la quietud del recinto como mariposas que volaban e ingresaban en su alma para sentir nuevamente el color.
Conversaron por un largo rato y le agradó mucho presentarlo a sus colegas como su primer novio, dentro de ella revivía los años aquellos de inocencia, años blancos donde la convivencia, el sexo y las responsabilidades no dañaban la relación, sólo la inmadurez de la juventud.
Luego de esa ocasión, sentían como si hubiera quedado algo pendiente que deberían continuar, la visitó  a la oficina algunas veces y al despedirse se besaban con la pasión que esos  cuerpos podían ser capaces de producir, su boca se aferraba a la de ella como si quisiera ocupar todo el territorio interno, la abrazaba como si fuera la última vez y acariciaba su cabello como si con eso se estuviera llevando parte de su ser.
No recuerdo muy bien cuanto duró todo este romance, pero ella se dio  cuenta de algo, es verdad en la vida de un ser humano hay un ciclo, la vida nos sonríe y luego no y  todo va dando vueltas, ella había pasado por momentos difíciles que hasta el deseo de irse de este mundo cruzó por su mente, abandonos, iras, resignaciones, tristezas, desamparos y soledades, pero estaba en el período de renacer, estaba iniciando su libertad, su independencia, su aceptación y sobre todo su madurez y como no, fue lindo comenzar todo esto con quién fue su primer amor, como si él nuevamente iniciara otro ciclo, el amor en algún momento de su vida llegó pero a él lo guardó en el corazón para siempre como un bello recuerdo.
Reminiscencia: La puerta se abrió y él estaba ahí esperando que se abriera del todo y que sea ella la que lo hiciera, le encantaba ver aquellos ojos grandes que solo lo miraban a él, al verla le regaló la mejor de sus sonrisas, un beso era la mejor de las recompensas, con una mano apretaba con fuerza su espalda delgada y con la otra sujetaba con la larga trenza castaña.
_ hoy todos han salido_
Su mirada cambió, lo sujeto de la mano y lo fue jalando hacia el sofá de la sala, le ayudó a sentarse, observó cómo se alejaba, ella puso la música que tanto les gustaba, él iba revisando el vestido que ella llevaba puesto mientras se alejaba, era blanco con grandes flores rojas, el escote tenía forma de corazón, esa forma dejaba desnudos sus hombros haciendo lucir sus brazos más largos, el vestido era ceñido hasta la cintura y luego se volvía amplio hasta abajo, en el ruedo lo rodeaba un ancho bobo que cuando caminaba saltaba, flotaba como espuma golpeando sus formadas pantorrillas, estaba descalza y le daba gracia el movimiento de sus pies que iban al compás de la música y la campanita que atada a la cadena que rodeaba uno de sus tobillos, tintineaba alegre,   ella se acercó y se arrodilló frente a él y le volvió a regalar otro beso, reposó su rostro en sus rodillas, luego  sus caras estaban una frente a la otra, ella podía ver aquellos ojos marrones como gotas de miel, esos labios que solo quería besar, él tomo su rostro y besó su frente, luego sus mejillas, luego la punta de la nariz y finalmente su boca envolvió la suya con fuerza y la necesidad de responder no se dejó esperar, las caricias se regalaban sin pensar, el cierre del vestido fue bajando poco a poco, un beso en uno de sus hombros la hizo estremecer, el vestido cayó hasta la cintura, con un impulso la tendió en el sofá y acaricio suavemente sus largas piernas bronceadas por el sol en las playas de “Barranco”, la necesidad de poseerla lo encendía y lo hacía más cuando ella se arqueaba al sentir su pecho cerca, la música se mezclaba con los suspiros de ella, los besos se fueron convirtiendo en pequeñas mordidas que los excitaba, cuando rosó sus senos los sintió turgentes, llenos de pasión, fue cuando su cerebro empezó a dar vueltas, la necesitaba, quería tenerla ahí, quería tenerla así para siempre. Suspiró.
_no es nuestro momento aún_

Sus miradas se cruzaron nuevamente y con un abrazo sonreían y guardaban en su corazón aquel instante de adolescentes, de ternura y sobre todo de pasión.

Continuará...

Fragmento del Libro de Cuentos: "De París: Los Últimos Locos Románticos" escrita por Chiqui Torres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario