Bonjour:
en esta santa tierra donde hemos nacido y para los que no sepan es Perú, todas nuestras vivencias se relacionan de alguna u otra manera con la comida, somos personas netamente culinarias, hasta cuando hablamos hacemos referencia de algún plato, por ejemplo cuando vemos a algún hombre que es guapo le contamos a las amigas que acabamos de conocer a un churrasco con papas fritas con eso ya todas saben que de verdad es un guapo, guapo, guapo.
Pero hay algo más lindo que esa simple y tal vez jocosa referencia y es que en nuestros más hermosos recuerdos hay un plato de comida, quién no recuerda un rico "lomito saltado" en las mañanas de domingo acompañado por un delicioso café caliente y un contundente tamal.
Un recuerdo imborrable son los domingos en la casa de la Nona que con esmero preparaba un delicioso tallarín verde con una carne frita que parecía un sábana tapando el plato.
Y claro jamás en nuestros recuerdo podremos borrar el rico ceviche preparado por las fuertes manos de nuestro padre, que ponía su cassette de Rubén Blades y mientras limpiaba el pescado y cortaba los limones hacía sus pasos de salsa arrancando una risotada a la familia y al final de la vueltita un gritito de "salud" que se escuchaba hasta el rincón más apartado de la casa.
Yo tengo mi propio y hermoso recuerdo que lo saco cada vez que me siento triste o estoy con el estres a mil, recuerdo que mi Abuelita Amelia siempre venía tempranito a la casa para preguntar qué quería comer para mi cumpleaños, ella siempre lo hacía, se iba al mercado a comprar los ingredientes y regresaba para ponerse su mandil y remangarse las mangas y empezar a cocinar, qué era lo que me gustaba? mi rica causa de pollo con verduras y palta, ella sanchochaba las papas y las sacaba hirviendo y así caliente las pelaba con sus grandes manos lo hacía con tal rapidez luego la sal, la pimienta, el aceite, el ají y con el tenedor aplastaba todo hasta que se forme una masa, sacaba el pirex rectangular y si no lo encontraba hacía una bolita y con el dedo le hacía el hueco, antes hacía la ensalada de verduras combinado con el pollo y con una cuchara metía toda esa mezcla luego un corte de palta y mayonesa que ya había preparado a punta de huevo y aceite que batía con la cuchara de palo hasta que se ponga blanco, nunca olvidaré que casi siempre el día de mi cumpleaños era el primer día de clases y pasaba todo el día pensando en saborear la delicia que me esperaba en casa producto del amor de mi querida Abuelita, esa era la manera de decirnos cuánto nos amaba.
Tampoco olvido el delicioso, simple pero lleno de dulzura dulce de camote que mi santa madre me hacía y hace cada vez que se lo pido.
también tengo el recuerdo de aquellos tiempos de recien casada que por ir y venir, trabajar, estudiar y cuidar una casa me sobrepasaban tanto que se me ocurrió hacer un rico menestrón para mi esposo, le metí a la sopa un kilo de osobuco sin pensar lo que sucedería después, para el almuerzo ese menestrón podía levantar muertos, pero en la noche cuando llegó mi esposo me preguntó si había algo para comer lo que le comenté que sí, pero que él se sirviera porque estaba estudiando, él obediente se acercó a la olla y observó algo verde en el fondo que no se movía, estaba coagulado parecía gelatina a lo que me preguntó: "amor el almuerzo es esta gelatinita verde que hay en la olla?" esa anécdota nunca se les olvida a mi familia cada vez que hablamos de comida o formas de cocinar.
Algunos dirán todos tenemos esos recuerdos y vivencias siempre hay algo que recordar alrededor de una mesa familiar, son recuerdos natos, los que siempre se repiten en las historias de las familias pero yo prefiero decir que todos esos recuerdos son comidas del alma, porque al traerlos al presente te llenan de alegría y entusiasmo y sobre todo ganas de construir recuerdos y comidas del alma para tu gente, para tus hijos, para tu familia.